Difícil elección: "b" o "v"

29.03.2014 13:02

 

Por mucho que escribamos correctamente, muchas veces, aunque sea por una fracción de segundo, nos planteamos la gran pregunta antes de escribir una palabra: ¿Ser escribe con b o v? Una vez que la vemos escrita, las dudas se aclaran y la imágen sobre el papel -o soporte electróico- nos recuerda la palabra en su estado más puro. Aunque existen propuestas para acabar con este quebradero de cabeza por el momento sigue siendo indispensable hacer uso de las capacidades de nuestra memoria.

 

Por ello, profundizaremos en la duda que a veces nos planteamos de por qué palabras como “gobernar” se escriben con b en castellano, mientras que en otras lenguas -también de origen latino- se escriben con v (italiano: governare; francés: gouverner; inglés: govern; etc.), cosa que suele causar faltas de ortografía debido a la influencia de estas otras lenguas.

 

Una primera explicación para este fenómeno es que ya en el propio latín hubo confusión entre b y v, que era la u consonántica. Aunque cada letra representaba un fonema distinto, la gente iletrada los confundía constantemente en el habla, lo que quedaba reflejado también en la escritura.

 

En la mayoría de lenguas romances, este sonido pasó a pronunciarse como /v/ (labiodental) cuando se encontraba en posición intervocálica, como: “go-b-ernar”,  -en italiano: go-v-ernare. Según los lingüistas, —aunque no es una propuesta unánime— esto se dio también en el castellano, con lo que se explica que en textos principalmente medievales y renacentistas se escribieran con v muchas palabras que hoy en día se escriben con b.

 

Se encuentran muchos ejemplos de tal fenómeno en el pretérito imperfecto del indicativo, cuya b etimológica, siempre iba entre vocales: amabam (latín) -> amava (castellano con grafía antigua) -> “amaba” (castellano actual), pero amavo en italiano, donde sí se mantuvo la regla.

 

Las lenguas que conservaron una marcada distinción oral entre lo que se escribía con b y lo que se escribía con v, mantuvieron la grafía según el sonido pronunciado; en el castellano se perdió en gran medida la distinción entre un sonido y otro. Por ello, con la aparición de la RAE en el siglo XVIII, se decidió dar solución al uso indiscriminado de b y v en una misma palabra; no tenía sentido que una misma palabra se pudiera escribir con b o v indistintamente, aunque se pronunciara de la misma forma. Así pues, el criterio para establecer qué se escribía con b y qué se escribía con v fue el etimológico: lo que en latín clásico se escribía con b debía de escribirse en español con b (amabam -> “amaba”), y lo que se escribía con v en latín, del mismo modo en español (avis -> “ave”).

 

Sin embargo a esta norma se escaparon algunas palabras, ya que su uso con b o v antietimológica estaba demasiado difundido, por lo que estas excepciones pasaron a ser consideradas como correctas, a pesar de incumplir la regla.

 

Algunos ejemplos a continuación:

  • b antietimológica: “abogado” (del latín advocatus), “abuelo” (del latín aviolus), etc.
  • v antietimológica: “maravilla” (del latín mirabilia: literalmente, las cosas que eran dignas de mirar, con el sufijo -bilis > “-ble” como en “amable” < amabilis), etc.

 

 

*Fuente: www.delcastellano.com


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